de José Napoleón Mariona
Por favor, leanlo en Hispanovision, también.
Frente al primer diagnóstico viene casi siempre la arrogancia de reclamar a que el cáncer le pueda sobrevenir a cualquier otra persona, menos a mí mismo.
Los sobrevivientes de cáncer le diríamos a nuestras amigas y amigos: ¿Y por qué no a mí?
Tengo la intención de rebajar el sentimiento de culpa entre todo paciente de cáncer, en cuanto a la ubicación del error de vida que lo llevó al cáncer.
Para muchos de nosotros, no nos hubiese servido de mucho ponernos de cabeza, ya que genéticamente somos parte de una etnia que tiene mayor inclinación al cáncer. Frente a eso no hay remedio y tan sólo queda practicar la detección precoz. Mientras más temprano, será mejor. Pero para otros, las influencias del entorno han desatado el cáncer.
Nuestro planeta ahora tiene que albergar a una población mayor que hace 100 años. Esto requiere de compartir los riesgos de salud y sobrevivencia universales.
La demanda de más alimentos a bajo precio y de la demanda por mayor comodidad a un precio pagable, nos ha demandado de muchos sacrificios ocultos.
Nadie nos advierte de la calamidad que resulta de las emanaciones incoloras, inodoras e insípidas de la radiación emanada de los aparatos modernos de comunicación. Un mástil con antenas repetidoras para la telefonía celular genera radiaciones imperceptibles para nuestros órganos de relación. Lo mismo vale para los trazos de cables de electricidad primaria de más de 20 mil voltios.
Las señales para la internet inhalámbrica y la televisión y la telefonía satelital también emanan radiaciones que no podemos captar conscientemente.
Es responsabilidad de cada uno fijarse en las noticias y comentarios que hablan de estos aspectos y de actuar con sigilo y prudencia frente a estos peligros ocultos, que son producto de nuestra civilización.
La turboagricultura nos coloca frente a productos de consumo manipulados desde su producción, empaque, almacenamiento y transporte. Carne, leche, frutas, granos básicos, vegetales, etc., deben producirse al menor costo posible, si se ha de abastecer a los crecientes mercados de consumo, con eficiencia económica.
Pienso que los sobrevivientes de cáncer no vamos a tener una segunda oportunidad, y como tal, estamos llamados a cambiar nuestros hábitos de consumo, alejándonos de los productos manipulados y prefiriendo los productos con menos riesgos.
En la aviación y sobre todo en el paracaidismo, no hay oportunidad para repetir errores tampoco. Y nosotros hemos comprendido que sólo tenemos una vida: ésta de ahora y aquí, para vivirla en plena consciencia. Sobre todo después del susto del cáncer.
Dicen que, „perro viejo no aprende truco nuevo“, pero nosotros no somos perros y no todos somos viejos. Estamos en plena capacidad de no repetir los errores de conducta que inciden en la posibilidad de la reincidencia del cáncer.
¿Por qué yo?… ¿Por qué no voy a ser yo?
Nuestro enemigo no descansa ni se da tregua alguna. Allí están esas células malignas, al acecho de nuestro descuido. Nuestra arma es la prevención y la vida consciente.
Además, por ser sobrevivientes, ahora tenemos el peso de ser ejemplo vivo para los sanos y sobre todo para los pacientes de primer diagnóstico.
Por ellos y para ellos va nuestro testimonio en pro de la vida. !POR ESO – YO!
Salud y hasta la próxima entrega,
De ustedes, José Napoleón Mariona – Periodista y ex-Diplomático de la República de El Salvador.